Sobre “El Hombre que Mataron por Sonreír Demasiado”, por Gabriel Salant
Yo no te voy a mentir, mi amigo: Gabriel Salant es ca, y tanto el Señor del Abismo como yo hemos seguido su trayectoria desde hace tiempo (así como el stripper a cargo de la comisión de cultura del senado y muchas más personas). Lo digo para que luego no digan que si nadie nos quiere o qué pedo. Que a lo mejor no; pero ni una ni otra cosa nos impide reseñar a la banda, así como ser inclementes con todos por igual.
De entrada, y a lo mejor el Dr. Salant diría que de dónde saqué eso, “El Hombre al que Mataron por Sonreír Demasiado” me suena como a boceto. Esto que digo no es malo, según yo, mientras esa fuera la intención del guitarrista, baterista, bajista, melodicista y multi-instrumentista a cargo.
Quizá es por su naturaleza experimental (eso no me lo mamé yo, así está descrito el disco) y conceptual (este sí es mame mío pero es evidente ¿no?), quizá por el hecho de que la lira fue grabada de tirón en un insomnio y así quedó. Me suena a maqueta rápida de un álbum más ambicioso, como líneas generales de una obra completa y no sólo un fragmento. Es decir: suena, pues, a rock. A veces queriendo apunkarse y a veces queriendo tirar blues.
La sonrisa de Gabriel Salant
El trabajo de producción más interesante está en las voces. Las del titular, multi-trackeadas, y los coros de Celeste Sekely; que dan contraste en casi todos los temas. La lira, y eso lo supe en entrevista exclusiva, fue modulada 100% digitalmente, es decir: no hubo pedales, sólo plugs (yo creí que la distorsión era un DS-1). La bataca tiene un sonido nítido y bien diferenciado, sello de la casa. Mi favorita fue Rawgabismo Ragawgabista (Nala es real) porque el solo con el que inicia me recordó una canción que yo escuchaba mucho antes pero que no pude ubicar en mi memoria, y la segunda parte me pareció como una rola de la Orquesta de la Nubes echa garage-rock. El Hombre al que Mataron por Sonreír Demasiado, introducción, suena a una elegía hecha de antemano. Mientras que Sonreía demasiado aquel hombre al que mataron (A.C.A.B), tema final, es una explosión de luz y humo. John Frustrado es un homenaje cotorrón a Frusciante, y Lo que no te Mata te Jode la Cabeza es el punto culminante del disco, musical y conceptualmente hablando.
Son menos de veinte minutos de música: a lo mejor es por mi sugestión con lo del boceto pero yo me imagino que si daba para un L.P., juntando insomnios. En fin, “El Hombre que Mataron por Sonreír Demasiado” es un disco fresco y divertido; fuertemente idiosincrático.
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