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Writer's picturesucedáneo de difunto

Brindis para dos

Álvaro Morales


Impulso Tanático, soundtrack original por Gallus Mathías


Él roza con la punta de los dedos cada uno de los vasos, que podrían esperar el brindis, por la mitad llenos de un líquido blanco y espeso que parece leche.

Ella no lo mira. Tampoco a los vasos o a la mesa, ni a la silla a su izquierda. Lleva ambas manos hasta la frente y fija la vista en el hueco de las palmas de las manos. Ha comenzado a llorar, igual que cada vez, casi en el momento exacto.

Él golpea con el puño la tabla de la mesa y los vasos resuenan. Siempre hace lo mismo, pero ella cada vez se sorprende y suspira sobresaltada, o intenta parecer tranquila, a pesar de que las lágrimas le saben a sal en la boca. Una oscuridad mortal parece invadir poco a poco la habitación entera, como surgiéndola desde el fondo, trasfigurando en la sombra de un amargo recuerdo todo lo que ha cambiado con el tiempo.

Ella le responde. En realidad no lo hace, pero para él es como si lo hubiera hecho.

Él había dicho en un tono disfrazado de rabia: “Vos tomas primero; después yo y nos vamos juntos”.

Ella le había propuesto cambiar el orden.

Él había aceptado.

La había observado a los ojos mientras tomaba el vaso con una mano, sosteniéndolo firme durante unos segundos, como si quisiera comprobar su consistencia.

Ella bajó la vista justo en el momento en que el líquido pasaba por su garganta y él dudó, dudó un segundo y ese titubeo fue lo que hizo que ella se terminara de decidir.

Él le hace un gesto desesperado. El líquido está en su interior y ya ha comenzado a hacer efecto.

Ella lo ignora. La vista permanece fija en el piso. No toma el vaso. No bebe su contenido. Se toma otra vez con ambas manos la frente y llora.

Entonces suena la alarma que marca la medianoche y se asoma dubitativa de entre el hueco de sus manos. La luz de la luna ingresa por entre las cortinas y termina de difuminar la oscuridad que ganaba la sala. Ella suspira. Se limpia el rostro, y por primera vez en toda la noche mira hacia su izquierda.

Sonríe.

No hay nadie sentado en la silla.

Y los vasos, están vacíos.


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