Nelly Alquicira Ramírez
Heterostasis, soundtrack original por Sonidos del Abismo.
Otra noche de insomnio... 1 ♩... 2 ♩... 3 ♩...
Mi oído percibía el sonido uniforme de una gotera. Un compás ternario susurraba un ¡chas! ¡chas! ¡pum! al estilo nada menos que de Johann Strauss.
Strauss, Strauss, Strauss… ¡No! yo solo quiero escuchar a Benjamím Britten, su Nocturnal, Op.70 para guitarra subtitulada After John Dowland: «Acércate, ven, mis ojos están fatigados, sin luz».
Recuerdo… Era la hora nona, apenas había disfrutado la pieza tumbado en un súper puf de pana gamuzada. La había disfrutado… «La obra es siempre compleja», pensaba… «sin tiempo o con libertad métrica, cada fragmento de la historia separado por las barras del compás y, en la melodía, se transmite una marcada ansiedad a quien se mantiene vigilante del juego cadencioso de las escalas cromáticas que conducen a un sueño profundo». Las cuerdas eran las protagonistas. La composición invitaba a peregrinar en un mundo bitonal insospechado y las disonancias se anclaban en la dureza armónica de la música… «¡Silencio!»
Medito… «¿Será ésta la muerte verdadera?»
Morir es estar seco, muy seco y hueco, sin espíritu. Yo aún lo tengo, sé que pulula en mi cuerpo. No me muevo; pero tengo los ojos abiertos y veo el techo blanco, escucho los zumbidos de los insectos nocturnos que pasean por mi rostro. Quiero moverme, intento concentrarme y me repito: «despierta, despierta, despierta…»
Alguien me dice: «¿Por qué me corres?»
«¡Vete, vete, vete!»
«No me dejas regresar, vete…ve…te…»
El metrónomo había quedado prisionero en la caja del tiempo, en tanto que el piano… el piano permanecía quieto en el gran salón.
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