Fran Nore
Señales del sur, soundtrack original por Gallus MathÃas.
Hombres del Sur en sueños infrecuentes. Creyó que podrÃa salirse con la suya, es decir, aventajado y ambicioso, asà como suelen ser los hombres del Sur. Menos mal se dio cuenta cuando ya no habÃa nada qué hacer. Esperé a que saliera de la estación ferroviaria.
— ¡Hola! Te esperaba con ansiedad… — le dije sin titubear. Él me miró extrañado, no reconocÃa en mi rostro a nadie.
— ¿Y tú, quién demonios eres? — preguntó algo somnoliento por el viaje.
— ¡Soy tu verdugo, canalla miserable!
Sin mediar más palabras saqué el arma que tenÃa ya cargada y guardaba en el bolsillo de mi bragueta, le disparé repetidas veces en toda su humanidad. Él lanzó un alarido espantoso para luego desplomarse en los suelos de la estación como un pesado fardo, bañado y pululando en sangre.
Las personas que estaban en la estación ferroviaria gritaban espantadas por el súbito crimen. Permanecà inmóvil sin atreverme a huir. Mirando sin clemencia ni remordimiento al hombre asesinado.
— ¡Ese hombre es del Sur, tiene la marca en la mano!
Efectivamente, tenÃa una marca visible en la mano izquierda, un sÃmbolo consonántico, una "S" silbada con un asterisco. La "S" significaba que era del Sur, o decÃa a gritos que era sicario. Él, muy canalla y desvergonzado, era el asesino de mi hermana.
Se cubrió de brumas la estación que ahora permanecÃa desolada. Se escucharon las sirenas de las patrullas de policÃa. Unos dos o tres carros con agentes desgonzados. Alguien gritó: ¡suelte el arma! Era un policÃa jugando a ser héroe. El hombre muerto estaba a mis pies en medio de un charco de sangre visceral, desproporcionante.
— ¡Arroje el arma! — sonó más fuerte la voz del orate uniformado.
Me tenÃan acorralado. Pero me sentÃa en el viejo Oeste. De repente, querÃa volar, y sà que volarÃa, sobre todo mi cabeza. TodavÃa tenÃa el chance de un disparo.