Witch Trials
Estoy convencido de que Witch Trials (WT/las brujas) es una de las grandes bandas de nuestra generación. Hasta el momento, su estado de supervivencia o extinción es desconocido. Sería una pérdida lamentable para el panorama alternativo de esta ciudad que las tres brujas decidieran mandar su hechicería sónica al inframundo.
Esta noche toca Witch Trials
Lo malo es que ninguno de los registros documentales que quedan del sonido de WT le hace justicia a su ruidero. Siempre fue su mayor y casi única prerrogativa ser necesariamente una experiencia en vivo, como el sexo o los roces con la muerte. La primera vez que se presentaron, no tan inopinadamente en un club de la fresa sociedad, les cortaron la luz después de unas rolas. Con una dosis de aquello que los revoltosos del siglo pasado llamaban “espantar al burgués” empezó la historia de las buenas brujas, que no brujas buenas. Algo así como para abrir boca con todas las uñas.
Después se presentaron en foros más apropiados para su naturaleza; e incluso en aquellos nice and not-so-nice holes dejaron fauces abiertas, sedientas por un coro pegajoso o un solo blueseado que seguir ciegamente. Pero las brujas no gritan con los dientes, hacen aullar a la electricidad transfigurada bestia en el caldero aural del escenario. Media hora o poco más de una resplandeciente oscuridad, filosa cuando menos te lo esperas y tersa cuando quiere, que crece en circunvoluciones como la legendaria titanoboa.
La última velada de CDMX con los Witch Trails, antes de que el coronagüiro nos hiciera bailar al son del encierro, fue una velada inusual como siempre con las brujas. Su belleza es efímera, como todo lo bello, expresión de lo eterno e insondable; pero no quiere decir que sean infalibles. Como todo lo despreciable, el sonido de WT se nutre de los impulsos más bajos: la frustración, el coraje, los pensamientos impropios. A veces, los conjuros simplemente no salen, y acabas con una multitud de orejas sangrantes y no sonrientes.
Tribunales de brujas
Si le preguntas a las brujas, ellos tocan “post-metal”. Pero sabemos que las etiquetas son meras señalizaciones, marcas del lenguaje sobre la realidad para corretear lo inaprensible. Yo creo que WT toca la esencia de lo que la música de guitarra eléctrica/batería es cuando aspira a ser una nave a través de las tinieblas, y lo hace del mejor modo: pesado sin ser elefantiásico, ligero sin ser suave, compleja sin intelectualidad y visceral sin lágrimas.
Veremos si las brujas se inmolan en leña verde a sí mismas, o levitan en el aquelarre una vez más. Bélial sabe que en el mundo no sobran bandas como Witch Trials.
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