Por “más chingones” queremos decir “nuestros favoritos”, eso debe ser obvio
We built this shitty
La verdad es que ya no estoy enamorado de CDMX. De hecho, opino que es una ciudad de mierda. Pero lo estuve en algún momento, cuando leía a Parménides (García Saldaña, obviamente) y M.S.P (y cuando era el Defectuoso no cedemequis goeee). Puedo rendir homenaje a ese viejo amor, al grado de afirmar que la capital de México algo tiene que la pone hombro a hombro con París, Nueva York y todas las grandes ciudades de mierda en las que nunca he estado.
El caso es que la Ciudad de México cumplió 500 años este año: cinco siglos desde que una pandilla de cuatreros ibéricos le dio en la madre a la Huei Tenochtitlan in Excan Tlatoloyan con una guerra virológica inadvertida. En L.A. (Lóbrego Abisal, no “Los Ángeles” no mames) no lo celebramos ni lo condenamos: las cosas son lo que son, y de no haber ocurrido la conquista hasta crees que serías balam-tlamatinime o el mismísimo Tlatoani, seguramente serías un macehual súper jodido.
Pero divagué: el punto es que lo tomé de excusa para listar los 10 discos más chingones del rock defeño, del punk al prog. Sí: defeño, porque hasta donde sabemos no ha habido ningún disco así muy chingón desde que somos CDMX. Digamos chilango, por costumbre. Dos notas benes: 1) por “más chingones” queremos decir “nuestros favoritos”, eso debe ser obvio, y 2) no, no está Simplemente; así que de una vez vete emperrando.
10 - La Última Noche del Mundo (2003)/Austin TV
De la selección personal del Señor del Abismo. Mira, la verdad es que yo nunca le entré mucho a Austin TV, en parte porque no entendía el pedo punksillo rimel (E M O) que traían sus fans (y hago hincapié en fans porque a la banda nunca la vi ni en vivo). El punto es: no estudié sociología, ni musicología, ni tampoco soy particularmente chévere en ese sentido punksillo (At the Drive-In me llamó la atención como hasta los 17, aunque a mi Austin me suena más a Mogwai la verdad).
Tampoco quiero decir alguna exageración: pero recuerdo mucho leer sobre Austin TV en esa revista de rock que imprimían en tamaño tabloide, y que a muchos les gustaba y muchos detestaban, dándome la impresión de que el “noise intru-rock” (no sé porque ellos le decían así al post rock) sí era algo muy diferente al ska, surf y urbano que imperaban en la capital (¿¡una banda defeña con referencias a Ray Bradbury!?). Es decir, no quiero decir que Austin TV empezara nada, “abierto las puertas” o “pavimentado el camino” para algo aquí, porque la neta ni me consta. Pero pues sí: Ella no me Conoce, Rucci, Olvidé Decir Adiós y la titular La Última Noche del Mundo si las traía en el ipod, aunque casi nunca las escuchara.
9 - Los Esquizitos (1998)/Los Esquizitos
¿Te acuerdas cuando en el D.F. el garage-surf era rey? yo estaba bien morro aún pero me imagino que se la pasaba chido la banda de mi edad en aquella ciudad de finales del siglo XX. Este es la obra fundamental de ese sonido, dándose un quién vive con el “4” de Lost Acapulco, pero creo que la perspectiva histórica favorece a los esquizos. Sí, lo digo porque Lost Acapulco siguió el camino de los Misfits y Los Esquizitos tuvieron la dignidad de valer verga.
Santo y Lunave, El Moscardón (cover ojón de “Human Fly”), Buenos Modales (“prueba todos los platillos/muerde todos los bolillos”), Espérate cariño, ¡Pum-pum! ¡Bang-bang! (“Adiós tristeza, hola botella de licor” rolón para pachequear), El planeta sexual... Está plagado de rolas que pasaban una y otra vez en Radioactivo, que te hagas el que casi no escuchaba la radio en los 90 es otra cosa.
8 - Muerte y Transfiguración (2013) / Terror Cósmico
El stoner/doom de la Ciudad de México se ha hecho un lugar de preeminencia en la escena alternativa de la capital. De tendencias más intelectuales, plagado de referencias a la literatura de terror y el cine de ciencia ficción, que sus contrapartes de otros lados del país y del mundo más enfocados en la pacheca. El primer disco de Terror Cósmico, otro de los favoritos personales del Señor del Abismo, se mantiene como la mejor obra de la banda y de la escena, en mi opinión.
Lo más impresionante de este disco es el trabajo de batería, en todos los sentidos: ejecución, grabación y producción. Un sonido grueso, expansivo y contundente; que en los pasajes introspectivos mantiene la potencia y en las embestidas suena a las percusiones del fin del mundo. No es por hacer menos al guitarro, que también es una bestia y en vivo suelta unos viajesotes aurales de lo más casual. De las Profundidades de la Tierra, El Extraño y La Mancha proceden una tras otra con riffs machacantes, como tres trancazos, antes de dar paso a Veneno en las Palabras; uno de los tracks más llamativos del disco con ese solo de sax. Soggoth es el tema más “apunkado” del disco. Y la última tríada compuesta por Almas Perdidas, Terror Cósmico (¡riffsotote!), así como la tremenda Muerte y Transfiguración son el impresionante punto climático: estructuras dinámicas, riffs intrincados y una compenetración total entre los dos músicos.
7 - Piénsalo (1987)/Escoria
A Escoria los descubrí porque el Universo me los aventó en la cara. Sincronía de la loca, un chingo de referencias de distintos sitios en dos o tres días. Hasta algún wey de la “industria” afirmando que Chorrillo Veloz es su canción favorita de la vida, en una de las últimas revistas de rock impresas que hubo aquí (esa que imprimían en tamaño A1, como si de veras estuviera tan chida para ser así de engorrosa).
Cuando vi que mis amigos alzaban la ceja supe que era un bandón, eminentemente defeño (de la Guarrior, además). Como soy un pinche fresete pregunté a mis compinches más asfálticos, era como si les recordara a una leyenda que ellos mismos no conocieron pero que sin duda había formado el mundo. Crossover hardcore-trash a su vez crossovereado con rock urbano, Escoria es de esas bandas que ya no hay ni puede haber.
Es rock de barrio (“suena al metal que luego traen los taxistas” me dijo un we que venía a quemar a mi casa): primitivo y sucio, pero con unos como el chiste de Pepito y King Kong. Quiero tu amor es esos tatuajes de “perdóname madre…” hecho rola, la mentada y seminal Chorrillo Veloz es un instrumental que suena exactamente como su título sugiere. Anoche es de esas canciones que le recuerdan a uno porque el rock llegó a ser la criatura más sexy y degenerada del cosmos. Pandillero es como una perorata de tu abuelita hecha hardcore (“¡sintiéndote superman!”) qué riff, pero mi favorito es el de Perversa Mujer, canción que está para joder toda la corrección política que impera hoy ¿Y qué se puede decir de Piénsalo? debe ser el himno de la “generación X” obrera defeña.
6 - Símbolos (1994)/Santa Sabina
Está muy cabrón el fenómeno que se suscita cuando, al envejecer, escuchas algo que hace mucho no disfrutabas, y lo que recuerdas fresco-contemporáneo en ese instante se escucha pasado de moda. A lo que voy es que el funk gótico de Santa Sabina sí suena muy noventero. No sé qué más decir (escribir) porque Santa Sabina es de esas bandas que exigen ser escuchadas sin intermediarios; y si no te gustan aunque sea un poquito es porque, digamos, la buena música no es lo tuyo. Y no tiene nada de malo, tampoco sonar noventero. Una banda total como Santa Sabina no puede tener nada malo: la voz mítica de Rita Guerrero, el bajo de Poncho Sosa, la guitarra de Juan Valero (¡y Andrew Belew!), la bataca de Pato Iglesias y los súper sintes Juan Sebastián Lach.
Lo que más me agrada de Símbolos es la manera en que se desarrolla rola a rola, obra unívoca en los intersticios pero exageradamente plural como conjunto sin perder el groove sabinesco. Además de que los temas sobre los que cantaba Rita Guerrero son un documento fidedigno del zeitgeist del DF y México “al final de la Historia”: es sabido que Nos queremos morir habla sobre el levantamiento zapatista, igual canciones como Miedo (“esta ciudaaad/ me va a mataaar”), Símbolos (“la lluvia incisiva/el frío envolvente”) Ajusco nevado y Estando aquí no estoy (“abre tu mente y piensa que no estoy lejos” es un buen eufemismo para aguanta vara ya mero llego) son el sonido paranoide de esa ciudad en la que la aún había horas pico.
Comments