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Relajo y muerte: la polaridad del fenómeno mexa

Por el Catedrático del Abismo

Quizá lo que queda es rebotar como la pelota de frentazo contra el muro calizo de la muerte, tomando impulso en la cancha existencial del relajo con la esperanza indecidible de cruzar la diana y acabar el juego.

De puro vacío existencial


En la anterior divagación se aproximaba una cierta destrucción de interpretaciones historicistas de “lo mexicano”. La dialéctica más rancia, pues, es el cimiento de la identidad nacional en una de sus versiones más exitosas. También señalé que era un pasarse de moderno la composición de un nuevo tipo de dialéctica, y es masomenos lo que quiero proponer ahora.

Hay quien dice que la filosofía del presente no es más que juegos de palabras, y tienen razón. Pero no cabe duda lo importantes que son los juegos de palabras en nuestra nopalosa realidad. No hay nada que limite la carne más que la baba y las espinas. Por eso voy a retomar la que es la única hermenéutica sensata sobre el tema de este díptico, a la luz de los presupuestos asumidos.

El relajo es la única manera de dar definición al fenómeno de lo mexicano, como bien apuntó Jorge Portilla en su phaenomenologie. Todo acerca del relajo por sí mismo es muy interesante, de esas palabras intraducibles que existen a puñitos en los idiomas. Pero hasta aquí no hay nada nuevo, simplemente otra contradicción ubicada como fundamento metafísico. Esto es insalvable, no queda más que dejar escurrir la baba y encajarse las espinas, es decir: pasarse de moderno.

La dialéctica no tiene nada de malo, ultimadamente: lo deplorable son sus efectos. Cabe especular lo que sería el mundo si la razón europeizante, precisamente el pensamiento dialéctico, no se hubiera impuesto sobre la Historia. Precisamente, sobre nuestro campo de estudio uno podría enumerar las consecutivas iteraciones del proceso óntico-dialéctico, narrativa de buenos vs. malos por ponerlo en términos coloquiales, desde el suceso original: la amorfa simpatía entre el paganismo anawaka y el catolicismo ibérico.

Todo ha sido un desastre, desde el mentado inicio. Por el relajo es posible navegar la incomprensible realidad de nuestra cultura, desde el complejo anecdotario hasta el tránsito por la calle. Pero el relajo, como cualquier incertidumbre cuántica, se perpetúa ad infinitum sin puntales concretos-objetivos (dialéctica). Y en nuestro caso se trata de más ni menos que la muerte, condición conocida. Esto no me voy a divertir en explicarlo.

Queremos escapar de la dialéctica, pero mal un texto de fanzine independiente cumpliría tal propósito. Quizá lo que queda es rebotar como la pelota de frentazo contra el muro calizo de la muerte, tomando impulso en la cancha existencial del relajo en la que todo vale, con la esperanza indecidible de cruzar la diana y acabar el juego.


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